Las "jovencitas" del siglo XXI

Por fin un día soleado en semana santa. Terracita mirando al mar, cerveza y aperitivo.

En la mesa de enfrente dos señoras.  76 y 81 años.  Dicho por ellas.
La de 76, pantalón y gorra. La de 81 medias guresas, marrone y opacas, demasiado grandes para ella, cayendo arrugadas en el tobillo. Falda oscura y chaquetón de paño.

También el perrito es mayor.16 años,  dicen con orgullo. La verdad es que la perra tiene peor aspecto que las dueñas.

La más joven no para. Se levanta, entra, sale, atosiga a la perra, se sienta, se levanta…La más mayor se toma tranquila su copa de cerveza y rumia el aperitivo.

Piden dos copas más de cerveza cuando traen la comida. No se que traen, pero ambas se concentran en el plato.  No tienen casi dientes, se ve cuando hablan.
Muelas no se, no se ve a esa distancia. Pero ambas se lanzan sobre la comida. La mayor come con la mano.
La otra no se. No lo veo. Pero ambas comen a dos carrillos, literalmente.
Se les ve disfrutar de la comida y acostumbradas a no perder tiempo saboreando los manjares.

Al perrito le han puesto un plato con pechuga de pollo. El perro ignora la comida y desaparece por algún lugar.
Al rato desaparecen también la señoras.  Pero no se han ido. Vuelven. Y se oye el vozarrón de la más joven gritando «quien ha sido el cabronazo que se ha llevado el pollo de mi perro»

«El cabronazo», o sea el camarero, farfulla algo inaudible y se va a buscar la pechuga del perro.

No se como acaba la historia porque nosotros nos fuimos y allí las dejé, sentadas otra vez en la mesa, disfrutando de ese día soleado, de la cerveza, de la comidad, de sus años llevados con orgullo…

Vamos, disfrutando de la vida como debe ser.

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